domingo, 16 de febrero de 2014

La clínica actual, encrucijadas contemporáneas

(…) es lo que han hecho la mayoría de los observadores de las neurosis traumáticas  de la última guerra: Se proclamo triunfalmente que se había aportado de que una amenaza a la pulsión de autoconservacion podía producir una neurosis sin participación alguna de la sexualidad y sin miramiento por las complicadas hipótesis del psicoanálisis (…)es harto improbable que una neurosis sobrevenga solo por el hecho objetivo de un peligro mortal, sin que participen los estratos inconscientes más profundos del aparato anímico.
Freud 1926 Pág. 122/126

La idea que intento desarrollar en este trabajo es, articular algunos conceptos e ideas abordadas dentro del marco del curso de seminario de maestría, llevado en el segundo cuatrimestre del año 2012. De lo allí trabajado, acerca de las nuevas presentaciones clínicas, derivaré en esta oportunidad, en reflexionar acerca de las Neurosis Actuales y su actualidad en la clínica, su relación con las Neuropsicosis de Defensa.”. Lo común a ambas, es la etiología sexual, pero no así el mecanismo psíquico “de la defensa”,  que sostiene, desde el punto de vista metapsicológico, la división subjetiva. Y da cuenta del conflicto. la defensa respecto del conflicto en la Psiconeurosis, y la libido no aplicada en tanto mecanismo para las Neurosis Actuales, mas precisamente Neurosis de angustia. facilitacion somatica de aquellas.
En  la clínica actual, donde se inscriben una serie de presentaciones y de mostraciones, que tienen elementos semióticos comunes,  como por ejemplo, anorexia, bulimia, ataque de pánico, las adicciones, etc. lo que prevalece es la angustia y el goce (por supuesto no perdiendo de vista la singularidad de cada caso y las distintas estructuras que pueden estar en su base), un abanico de padeceres lo que se presenta en relación al acto, que me lleva a la pregunta por la división subjetiva, “es decir si hay neurosis” ¿Es más de lo mismo o es diverso a la época Freudiana? ¿La diferencia entre las neurosis que plantea Freud da cuenta de diversas estructuras Psíquicas o son diferenciadas con propósitos conceptuales, científicos y epistemológicos para transmitir una idea?  Intentare alguna respuesta a estos interrogantes.
Las vías de tramitación y empleo psíquico ya no son las que se inscriben en el reino  de la sustitución y el deslazamiento, la palabra en sí, es instrumento de descarga, de síntesis y por tanto de tramitación y descarga. La palabra vehiculiza un saber que no se sabe, de ahí partió Freud, de su poder catártico, ensalmador, pero en la clínica actual ese saber no interroga, no pregunta, el Otro no existe, lo que prevalece es un goce babelizado, que es solidario a la afirmación hecha por Lacan  “no hay justicia distributiva del goce”, en tanto correlato de la diversidad de objetos, cuyo aspecto económico prevalece por sobre el plano de la representación, que nos remite a plantear,  la posición del analista, y las nuevas formas de intervenciones. Cuya anticipación en Freud aparece en Análisis terminable e interminable. Donde Ferenczi le propone a Freud un psicoanálisis más activo (…)
En Inhibición, Síntoma y Angustia Freud se interroga acerca del nexo entre angustia y formación de síntoma, en cuyo caso podríamos formular la siguiente pregunta. ¿Existe tal correlato en la clínica actual con aquello que Freud elabora en 1926 o existen otras coordenadas en las nuevas formas de padecimiento? Las nuevas presentaciones clínicas, las nuevas formas de padecimiento, interrogan los conceptos centrales que hacen al corpus de la doctrina del psicoanálisis. En ese sentido Freud le dice al saber medico de la época, (también actual) que no se puede equiparar, trauma y accidente, en tanto algo que ocurrió realmente, el trauma positivizado, para que haya neurosis hacen falta los desechos de la infancia, en ese sentido el trauma cae como algo meramente positivizado…el problema que se plantea es entonces del orden de cómo se “inscribe” en la singularidad de la época el trauma. Como impacta eso en cada quien. “lo traumático remite al aspecto económico antes mencionado, que asume un valor estructurante, de ahí la segunda tópica estructural” esto incide en el valor metapsicológico que asumió desde el inicio la división del sujeto.
La tarea previa del aparato es la vía por la cual lo traumático intenta producir algo mas primario que es ligar la energía, que no equivale a ligar el acontecimiento traumático,  La contingencia interrumpe la cadena, es el  estallido que provoca vacilación fantasmatica.
Si así fuera no tendría lugar en la teoría “El Ello”, en tanto “Eso” que no retorna de lo reprimido, la segunda escisión, es el lugar de la estructura, si se pudiese ligar todo, ese acontecimiento se borraría el lugar de la causa en Psicoanálisis. A pesar de los distintos aspectos teóricos que permiten destacar a lo real como causa ultima como núcleo perdido de nuestro ser, esa línea del despertar que no anuda al acontecimiento, hace a la indestructibilidad del deseo, y a la dirección de la cura.
Toda constitución subjetiva es una cantidad irreductible, que no anda, con el principio de placer, que no se puede tramitar, aquello que perturba del goce. Una repetición que itera en el síntoma que no hace en vano la vida…    
                                   
Otra manera de dejar caer se encuentra en la estructura del pasaje al acto: el dejarse caer del sujeto, que traduce el niederkommen lasen del caso Freudiano de la Joven homosexual. La defenestración melancólica es allí la ilustración clínica más sorprendente….¿que quien cae en el dejarse caer? No es el puro sujeto del significante que es insustancial que no pesa, no está sometido a la gravitación. Es el sujeto en la medida en que su ser se aloja en el objeto a minúscula. El cuerpo participa necesariamente de esto. (Lacan, 1975/1976. Pág. 206)  

Lo exigible, lo esperable, al decir de Lacan; es una ética del silencio que no advenga por los caminos del terror. Si es así, si es esto es  lo que prevalece, no hay división, o por lo menos abre todo un campo de investigación, que siempre fue una preocupación tanto para Lacan como  para la praxis del psicoanálisis mismo. Hay un arte provocador, lucido, conmovedor, sin parangón que Freud invento,  y que nos hace hablar y también escribir, algo de eso,  que se lleva, que se hace presente como síntoma, es el arte para los que se interrogan por aquello que no se puede reducir a la vana especulación, hay que seguir esperando para poder liberarse de la percepción, es eso interior imposible de decir que nos hace hablar. La infancia se porta, pero ex=siste,
La afinidad entre el cuerpo y lo Inconsciente es que ambos son una superficie, un lugar, el del Otro, hay cuerpo porque hay lenguaje o al revés el soporte material del lenguaje es el cuerpo, lo que fue mero organismo. Tiene consistencia representacional y económica. En la clínica actual y no tan actual, lo que prevalece es el aspecto económico, la cantidad de una cualidad. Si lo económico remite al plano de la pulsión, esta no entra, no se entrama, en el plano del narcisismo. I(a).
Hay certeza de vida porque hay un cuerpo, y hay un cuerpo que se imagina mudo que se conecta con lo real del goce y un cuerpo que se nombra, pero no obstante no es todo imaginarizable, especuladle y tampoco es todo nombrable, lo que resta es lo  real del cuerpo.
El síntoma es fundamentalmente real en la medida en que resiste al decir. Es el síntoma tal como se  le manifestó a Freud cuando inventó el concepto de reacción terapéutica negativa, por ejemplo. Es decir, si es el síntoma, no lo es porque se desvanezca cuando se habla bien, sino porque se repite como un cometa. Entonces, de qué sirve vincularlo con la palabra?  Éste es el cuestionamiento radical, por parte de Lacan, de la posibilidad misma del psicoanálisis. Situar el síntoma en lo real pone en cuestión la propia posibilidad del psicoanálisis. De manera que no me dan miedo, me dan risa, los cuestionamientos actuales del psicoanálisis por parte de los ideólogos, no los neurocientíficos, sino los ideólogos de las neurociencias, porque ninguno de esos cuestionamientos del psicoanálisis va tan lejos como el de Lacan.  Jacques Alain Miller, (1998)
 Si el síntoma es fundamentalmente real no hay división, hay repetición de goce. En tanto intento fallido de ligar una cantidad hipertrófica de energía. es ahi donde al decir de Freud se borran los "sistemas preparados" por investidura y los "sistemas no preparados" a partir de una cierta cantidad se borra la division, la Spaltung, si se me permite la expresión, entre el principio de Placer (Sistemas preparados) y el mas alla del principio de placer (Sistemas no preparados).  
Es aquí donde, a mi juicio, se plantea la pregunta hoy sobre el quehacer del analista. Más aún en una época en la que, en la medida en que el orden simbólico parece empobrecerse, los recursos a lo imaginario se elevan al estatuto de una dignidad inmerecida pero fascinante, la de la imagen el orden imaginario, en detrimento de lo simbólico por tanto del goce, del Otro, que abre un campo de investigación que exige nuevas perspectivas.










Bibliografía:
Freud, S: Análisis terminable e interminable Amorrortu Editores 1937
Freud, S: Inhibición, Síntoma, Angustia Amorrortu Editores 1926
Lacan, J: RSI Seminario 22 Inédito. 1974/1975
Lacan, J: Seminario 23 Paidos 1975/1976
Lacan, J: Seminario 10 Paidos 1962/1963
Miller, J:   El síntoma charlatán Paidos 1998


sábado, 15 de febrero de 2014

El síntoma, el cuerpo, la actualidad de las neurosis actuales.

Las schlüssel-neuronen que son un modo particular de respuesta, de descarga, que se produce en el interior del sistema psi. Pero paradójicamente esta descarga sólo tiene por función aumentar aún la carga. En tanto llama a esas Schlüssel-neuronen también —no creo que sea un lapsus— Motorische Nueronen, es algo que por las excitaciones que se producen en el interior del sistema psy, va a provocar una serie de movimientos que efectivamente vienen del interior, que aumentarán aún la tensión, y que en consecuencia se encontrarán en el principio de algo que para nosotros es del más alto interés, justamente concerniente al problema que ha sido más que demasiado abandonado, de las neurosis actuales    (Lacan, 1959, p. 55)

La idea que intento desarrollar en este trabajo es articular algunos conceptos e ideas abordadas dentro del marco del curso de seminario de maestría, Metapsicología I, llevado en el primer cuatrimestre del año 2012.  De lo allí trabajado, acerca del síntoma y el cuerpo,  derivaré en esta oportunidad en reflexión en torno a la relación de las neurosis actuales y su actualidad en marco clínica. Para ello abordaré textos que hacen a esta problemática en Freud, tanto de su primera época, como así también sus últimas conceptualizaciones.

Me serviré entonces de un interrogante a modo de supuesto:

¿Qué relación que existe, entre la invariable que fue lo económico en Freud, a lo largo de toda su obra, el trauma, lo traumático, en tanto estructura, y el cuerpo,  el síntoma actual,  eso que no retorna de lo reprimido?

Parto también del interrogante que suscita en mí, que en la obra de Lacan no haya  muchas referencias a las Neurosis Actuales, un problema demasiado abandonado dice Lacan, al menos en su denominación explícita. No obstante, es evidente que en sus elaboraciones acerca de la angustia resulta cuestión vital la vertiente abierta por Freud en esa clínica que enfrentaba al sujeto y al analista con una clínica de lo real. Las neurosis actuales ubican al cuerpo bajo otra rubrica, son el denominador común de la clínica en nuestra época. Introducir las neurosis actuales en el dispositivo analítico hoy, es retomar aquello que, en tanto desecho, constituye un tipo particular de síntoma que no es el de las psiconeurosis, donde lo que prevalece es el reino de la sustitución y el desplazamiento, las dos vertientes, las dos caras del síntoma, la que prevalece entonces en las Neurosis Actuales es esa cara extraña e irreductible, en tanto pulsional y no descifrable. La que escapa al significante. En tal sentido, sería válido preguntarnos ¿Tiene estatuto de síntoma eso que se presenta en la clínica actual?

En principio si alguien consulta es porque algo del orden del síntoma se constituye, no obstante, son pedidos de consulta, que no conllevan, necesariamente, una demanda de análisis. En este sentido, la tarea previa del analista sería ubicar la historicidad y la  histericidad del síntoma, en estos sujetos no escindidos,  en y con  la transferencia, a partir del pivote del supuesto saber. La modalidad actual de un síntoma velado, que no hace pregunta, que no interroga al sujeto que, dicho de otra manera, pareciera prescindir de la causalidad psíquica y de lo inconsciente, lleva aparejada una dificultad propia, a saber, que no busca un destinatario y, en tal sentido, no es fácil hacer advenir ahí la invención, por parte del sujeto, de otro que en tanto semblante pueda operar como analista. Es así que, la clínica actual, interroga la posición del analista acerca de su saber y de su deseo.

Ahora tengo que llamarles la atención sobre la decisiva diferencia entre los síntomas de las neurosis actuales y los de las psiconeurosis, de cuyo primer grupo, el de las neurosis de trasferencia, tanto nos hemos ocupado hasta aquí. En ambos casos los síntomas provienen de la libido y son, por tanto, aplicaciones anormales de ella, un sustituto de la satisfacción. Pero los síntomas de las neurosis actuales -la presión intracraneana, una sensación dolorosa, un estado de irritación en un órgano, el debilitamiento o la inhibición de una función- no tienen «sentido» alguno, carecen de significado psíquico. No sólo se exteriorizan predominantemente en el cuerpo (como lo hacen también, por ejemplo, los síntomas histéricos), sino que ellos mismos son procesos enteramente corporales, en cuya génesis faltan todos los complejos mecanismos anímicos de que hemos tomado conocimiento. Entonces, ellos son realmente lo que por tanto tiempo se creyó que eran los síntomas psiconeuróticos.
(Freud, 1916, p. 352).

Freud afirma aquí que es libido trasmudada en ambos casos, aplicaciones anormales de ella. Es decir, angustia que no pregunta, que interroga al sujeto. Angustia que proviene del ello, que irrumpe en lo psíquico una aplicación anormal de la libido, donde no subyace el mecanismo psíquico que había propuesto en la época de la histeria. Estos síntomas se exteriorizan predominantemente en el cuerpo, como lo hacen en la histeria, pero no a partir de un mecanismo conversivo.

Los síntomas que se presentan a consulta testimonian que el lenguaje no alcanza,  no pueden hacerse comprender, son estos, los síntomas, una pregunta o una respuesta, responden a ese olvido…del olvido fundamental,  lo que en el plano de la palabra “aparece” no encuentra correlato en ningún otro plano, no pueden dar cuenta, de eso que escapa del cuerpo en tanto imagen. El síntoma tiene un límite porque se anuda al cuerpo, y este no está libidinizado, como si ese yo-cuerpo del que habla Freud, fuese puesto afuera, superficie proyectada pero, a la vez, desconocida, es decir, se proyecta y se desconoce, con lo cual pareciera que el sujeto queda imaginariamente separado de su cuerpo. “El yo es sobretodo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie.” (1923, pp. 27).

O sea que el yo deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo. Cabe considerarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además de representar, como se ha visto antes, la superficie del aparato psíquico. (Freud, 1923; infra pp. 27-28).


Es en ese sentido  como Freud indica en “El yo y el ello”, toma éste último como una superficie que confluye hacia abajo con lo somático y, en el otro extremo de esa “estructura”, ello, el yo, por diferenciación con el mundo exterior. Es esa estructura que como superficie podríamos pensarla sin anverso ni reverso como una banda de moebius que no tiene, más que en el corte un efecto sujeto.

Es una superficie no orientable cuyos elementos podríamos decir que valen como marcas Hm, representaciones, impresiones de la primera infancia, por donde se desplazan cantidades de energía que no solamente valen en términos cuantitativos sino también cualitativos. Ese dinamismo, movimiento de cargas, llevado por Freud bajo la luz de un “problema económico”, da cuenta de que los síntomas son siempre  la expresión de un fenómeno no observable, en tanto que son efecto de esa estructura. Cuyo mecanismo Psíquico no es el de las Psiconeurosis, neurosis de transferencia, o neuropsicosis de defensa. Desde esta perspectiva, cómo podría sostenerse entonces el planteamiento de Freud que expondré a continuación, en el cual, pareciese que las neurosis actuales no devienen en el marco de la estructura constituyente del sujeto sino adquirida en un momento tardío:  

aktualneurosen; se explica el adjetivo “actual” a este grupo de neurosis porque sus causas son exclusivamente contemporáneas y no tienen su origen, como en el caso de las psiconeurosis, en el pasado del paciente (Freud, S, 1916, pp.351). 

Vale la pena, a propósito de esto, tomar la importancia que para la clínica implica la comprensión de que “La historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente, historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado.” (Lacan, 1953-54, pp. 27). Es decir que, lo que en apariencia surge como nuevo, sin ligadura alguna con la historia del sujeto, vale decir, con la estructura, para Lacan es algo que está en el orden de la continuidad puesto que no hay separación temporal con la cual pudiese señalarse a la estructura como un pasado que pasó, sino que es siempre actual. En tal sentido podría uno preguntarse si toda neurosis es siempre actual. Es así que el significante “actual” atribuido por Freud a las neurosis “actuales”, puede ser también una manera de entender eso que no retorna de lo reprimido porque es siempre un inconsciente actual que, para el sujeto, en algunos casos puede manifestarse con una falta de reconocimiento de su causalidad, como desabonado del inconsciente. Puede decirse entonces que estar desabonado de lo inconsciente se trata de una posición en la que en lugar del amor de transferencia se sostiene en “El fracaso del inconsciente [que][1] es el amor al síntoma". (Torres, 2008).[2]


Lo real siempre llega en mal momento, de ahí la tyche como encuentro fallido con el trauma. El destino se inscribe como azar en el cuerpo, es el límite del síntoma que se anuda al cuerpo, en tanto cuerpo de goce, pero en ese límite, en ese borde, es justamente lo que del cuerpo no se tiene. Tener un cuerpo es precisamente un medio con el que se puede hacer algo, o no hacer, aun más cuando ese algo no retorna de lo reprimido, si no que irrumpe y lo desgarra. Una libra de carne que a un servicio otro,  ese resto goza. Es éste el aspecto mortificante del goce, pero paradójicamente, hay también una vertiente del goce que se modula como necesario en tanto “es aquello cuya falta haría vano el universo”. (Lacan, 1960, pp. 797).

No hay goce sin cuerpo, el dolor no retorna de lo reprimido, es un grito al Otro. El destino atrae como oscuro goce subrogado por la pulsión de muerte, por el súper yo en tanto goce mortificante y necesidad de castigo. La  cifra del destino está en lo real del lenguaje que  anuda y desanuda; es un instante, la repetición del instante, que estando fuera del tiempo, lo causa. Un ritmo demoniaco, mortífero, que acosa, cuyo vector es lo no solucionado del síntoma. Lo visto y lo oído de la infancia, de esas escenas que son punto de detenimiento eterno retorno de lo igual. Esa irrupción se inscribe por fuera del retorno de lo reprimido, por fuera de la cadena significante. Esas marcas conmemoran una irrupción de goce, en tanto fragmentos de origen filogenético, marcas de la historia primordial, un tiempo perdido que no se inscribe en el síntoma, la angustia desanuda, lo que el síntoma intenta anudar.

“¿Que soy yo (je)? Soy en el lugar del Goce, y es aquello cuya falta haría   vano el  universo (…) es ese goce cuya falta haría inconsistente al Otro. (Lacan, 1960, pp. 797).” 

Podríamos decir que hay, pues, un aspecto vivificante del goce y un aspecto mortificante. Ya Freud nos anticipa que el cuerpo opera como una representación pasible de tramitar aquello que no es del orden del significante, algo del cuerpo tramita, por así decir, esos volúmenes hipertróficos de energía no ligada de ningún modo. El cuerpo es en un todo SENTIDO y en tanto eso modula al goce tramita algo de esa angustia que está en su base, su estructura. El cuerpo mudo, que se anuda a esa dimensión muda del goce. El cuerpo fetalizado, inmaduro, prematuro del viviente, anticipa libidinalmente al cuerpo como imagen. Cuerpo imaginario identificación a la imagen cuerpo simbólico y cuerpo como consistencia real, es decir, cuerpo viviente.

El hombre está capturado por la imagen de su cuerpo, este punto explica muchas cosas y, en primer término, el privilegio que tiene dicha imagen para él. Su mundo, si es que esa palabra tuviese algún sentido, su umwlet, lo que lo rodea, el lo corpo-reifica, lo hace cosa a imagen de su cuerpo. No tiene la menor idea, ciertamente de qué sucede en ese cuerpo  ¿Cómo sobrevive un cuerpo? No sé si esto les llama la atención aunque más no sea un poco (…)
Ese cuerpo adquiere su peso por la vía de la mirada, la mayoría de lo que piensa el hombre se arraiga allí… no hay pensamiento sin cuerpo.  (Lacan, 1975, p 118)

Si el sujeto no sabe lo que sucede en ese cuerpo y si además, no se dispone más que a desconocer lo que desde ese lugar le habla, como texto a ser leído, como inconsciente, la posibilidad de construir un saber se obtura. Es así que la imaginarización de lo simbólico, en la que se erige una idealización de un cuerpo “glorioso”[3] que parece estar más allá de la muerte, un cuerpo sin afectación, sin afecto otro que la angustia misma descarnada, pero que en tanto no reconocida insiste de un lugar siniestro y ligado a una satisfacción, se sostiene pues, en ese amor al síntoma del que habla Lacan. No se trata de la identificación al síntoma, ni del síntoma como partenaire, un registro donde el amor muestra un rostro siniestro en ese goce que adviene del cuerpo pero que no retorna como saber no sabido sino como horror angustiado, no como pregunta que interroga sino como sorpresa, incomprensible, desconcertante. Es aquí donde, a mi juicio, se plantea la pregunta hoy sobre el quehacer del analista. Más aún en una época en la que, en la medida en que el orden simbólico parece empobrecerse, los recursos a lo imaginario se elevan al estatuto de una dignidad inmerecida pero fascinante.


Referencias

Lacan, J 1975 Intervenciones y textos II editorial Mananrtial Bs. As
Lacan, J. El reverso del Psicoanalisis en: el seminario libro 7 Editorial paidos Bs As.
Freud, S.  El estado neurótico común 24ª conferencia. Amorrortu editores
Freud, S El yo y el Ello amorrortu editores
Freud, S inhibición síntoma y angustia Amorrortu Editores.
Freud, S Mas allá del principio del placer Amorrortu editores.
Torres, M. (2008). Clínica, política y episteme del psicoanálisis aplicado. En: Virtualia Revista Digital de la Escuela de Orientación Lacaniana, Año VII. EOL.




[1] La palabra agregada entre corchetes es mía.
[2] No corresponde número de página pues la cita está tomada de un documento digital.
[3] Esta noción hace referencia a los desarrollos del antropólogo francés Marc Augé en su texto: ¿Por qué vivimos?: “..la imagen del cuerpo glorioso se transforma fácilmente en su contrario, se aprecia mejor otra paradoja de nuestro tiempo: la coexistencia de investigaciones, difíciles y onerosas, que pretenden expulsar tanto como sea posible el acontecimiento del cuerpo individual, para proteger y prolongar su vida, así como la muerte incontrolada en este mundo violento, la miseria y la enfermedad.” (Augé, 2004, pp. 71). 


CLÍNICA ACTUAL, POSICIÓN DEL ANALISTA


El resultado es que la ciencia es una ideología de la supresión del sujeto
J. Lacan Radiofonía 1970


El motivo central que orienta el desarrollo de este trabajo, circula alrededor de la cuestión de la clínica psicoanalítica actual y la posición del analista. Para avanzar en la construcción de algunas elaboraciones al respecto, nos serviremos de la entrevista realizada a Lacan, difundida por la R.T.B. y publicada con el nombre de “Radiofonía”. Tomaremos entonces la primera pregunta como punto de partida en la vía de nuestra articulación.

“En los escritos usted afirma que sin darse cuenta Freud anticipaba las investigaciones de Saussure y las del círculo de Praga. ¿Puede explicar este punto?” (Lacan, 1970, p. 9).

Resulta interesante observar que las preguntas que aparecen en radiofonía llevan el germen de la reflexión acerca de cuál es la posición del analista y, por tanto, las intervenciones de este, cuyos elementos son inseparables de la noción de acto, interpretación, intervención, deseo y ética,  en términos de que el analista se topa en la clínica con los efectos de una estructura, es por eso que nos proponemos echar luz a la cuestión planteada, articulándola con lo visto en el curso seminario de Clínica Psicoanalítica donde las cuestiones que hacen a la técnica, a la noción de sujeto y objeto no pueden no estar para abordar la clínica actual.  Dar  cuenta mínimamente,  entre otras cosas de las problemáticas que se suscitan, en la relación analista/analizante. En tanto esto no podemos no tener presente como esenciales los escritos técnicos de Freud, entre muchos otros, y donde Freud mismo menciona lo que hay que hacer, si se me permite la expresión, con eso que escribió de la práctica, que es su producción teórica,  cuyo correlato es la práctica clínica, en concordancia y relación con el seminario I, Los escritos técnicos de Freud por un lado, y radiofonía por otro.

Se parte de un sujeto que no es de la ciencia, por tanto no se puede pensar un objeto como lo piensa o lo conceptualiza la ciencia. Un sujeto que por estar sujeto al lenguaje, balbucea, ya no hay objeto ideal, el objeto está fundamentalmente perdido. Si Lacan señala que el sujeto del psicoanálisis es el sujeto de la ciencia, es justamente porque en la ciencia queda, dicho sujeto, excluido. En tal sentido el sujeto del inconsciente emerge como correlato del ostracismo en el que la ciencia vela el campo de la subjetividad.

Estos textos promueven una articulación,  un entretejido de las cuestiones fundamentales de la clínica. Lo que dice Lacan de la técnica Freudiana y lo que hay en Freud de Lacaniano en relación a esta temática.

Para reflexionar en torno a que de algún modo la práctica se opone a un saber hacer, en función de pensar qué de la transmisión queda como experiencia subjetiva, como posicionamiento subjetivo. Qué de la ética queda, en tanto transmisión sin palabras… Esto se opone a un saber hacer. Es desde aquello que atraviesa la experiencia subjetiva del análisis desde donde se opera.  Si no hay dispositivo, no hay sujeto, no hay analizante. Esa no relación es el correlato de lo que está en juego, un desencuentro fundamental. Qué es lo que debe propiciar el trabajo en transferencia: por un lado la posición del analista y, por otro, que advenga un analizante.

Veamos entonces la posición de Lacan respecto de la pregunta en Radiofonía que señalamos al inicio de este texto:

Partamos del término de llegada. Saussure y el círculo de Praga producen una lingüística que no tiene nada en común con lo que antes se designaba con este nombre; encontró ella su clave entre las manos de los Estoicos. (…) Ninguna significación será en adelante considerada como sobreentendida, que sea claro cuando es de día por ejemplo, ahí donde los Estoicos nos han precedido, y que yo interrogue. ¿Con qué fin? [Con el fin de que][1] el signo supone el alguien a quien hace signo de alguna cosa. Basta para que ese alguien se apropie del lenguaje, como de una simple herramienta.
(Lacan, 1970, p. 10-11).


            La posibilidad que trae Saussure es distinguir dos órdenes, dos planos, que son el significante y significado, que a Lacan sirve como referencia para leer  a Freud, porque en realidad Freud ya lo había hecho, sin hacer Lingüística.  Se trataba para él de la necesidad de escuchar el discurso, y no tanto quedarse atrapado en las redes de lo fenomenológico, en tanto agudo observador desde la escucha, capta ese corte que sitúa la barra, cierta relación del significante con el significante,  pero por fuera del sentido,  citando a Lacan.

Comentar un texto es como hacer un  análisis. Cuántas veces advertí a quienes están en control conmigo cuando me dicen: creí entender que él quería decir esto o aquello, les advertí que una de las cosas que más debemos evitar es precisamente comprender demasiado, comprender más que lo que hay en el discurso del sujeto. No es lo mismo interpretar que imaginar comprender. Es exactamente lo contrario. Incluso diría  que las puertas de la comprensión analítica se abren en base a un cierto rechazo a la comprensión. (Lacan, 1953-54, p. 120.)

La posición del analista supone una estrecha relación con el dispositivo analítico en tanto eso se articula con la ética, donde se  refleja lo que se hace y lo que se dice que se hace. Hay tensión entre estas posiciones, una discordancia fundamental en tanto el problema del psicoanalista es que también sabe. De ahí tres pilares fundamentales que hacen a una praxis: la actualización teórica y formación permanente, la supervisión, y el propio análisis. Si hay algo que reduce de alguna manera esa tensión es precisamente la formación del analista, en tanto, es en el único espacio posible donde se transmite una praxis, el propio análisis. Y cuál es, en tal sentido para Lacan, el ideal de un análisis: “El ideal de un análisis no es el completo dominio de sí, la ausencia de pasión. Es hacer al sujeto capaz de sostener al sujeto el diálogo analítico, de no hablar ni demasiado pronto, ni demasiado tarde.” (1953-54, p. 14). Es así, que para Freud la posición del analista requiere poder distanciarse del furor curandis y Lacan agregará a ello, además, que es necesario evitar el afán por comprender. En tal sentido, la interpretación no es la respuesta en tanto significado que retorna desde el analista hacia el analizante, sino, más bien, una palabra justa que en tanto equívoco del sujeto retorna por la boca del analista.

“De que ese sujeto sea de origen marcado de división, la lingüística cobra fuerzas mas allá del juego de la comunicación” (Lacan, 1970, p. 12). Por tanto el sujeto no sabe lo que dice, hay algo dicho en la palabra que escapa, que hace falta. En tal sentido, Freud se anticipa a la lingüística, “el inconsciente es la condición de la lingüística” (Lacan, 1970, p. 14) y, agregaríamos, el lenguaje es la condición del inconsciente, en tanto el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Por tanto el efecto que se propaga no es de comunicación sino de desplazamiento de discurso. Seguir la estructura es asegurarse del efecto del lenguaje que negativiza al cuerpo. Estructura en tanto conjunto de elementos covariables, que conforman el carácter aleatorio de la cadena. Sólo el discurso que se define,  por el giro que le da el analista, aporta una dimensión de verdad, “no hay humo sin fuego.” (Lacan, 1965).[2]Tanto el psicoanálisis como la psicoterapia solo actúan por medio de palabras. Sin embargo se oponen ¿en qué?”  (Lacan 1973, p. 89).

Las psicoterapias proponen una respuesta desde un saber que parece capaz de dirigir al paciente a una supuesta salud que no es otra que la de su adaptación a los ideales, bien los de la época, bien los particulares del terapeuta. Sea como fuere, el sujeto queda excluido pues se constituye como un objeto que va a ser modelado por el terapeuta. Del otro lado, el psicoanálisis, plantea la posibilidad de un sujeto que enuncie un decir en el que su palabra, en tanto verdad siempre a medias, le permita construir un saber en la experiencia del reconocimiento de aquello que habla más allá de la consciencia. Eso que habla de su división y al servicio de lo que el analista se pone como semblante de objeto. Son entonces experiencias opuestas.

En una época en la que la información circula por doquier, el saber se hace más lejano en tanto la repetición y la replicación de la información hacen creer que ya se sabe algo. El yo deja de escuchar eso otro que habla desde su núcleo propio y va a buscar en los oráculos modernos como google, la respuesta a preguntas que en principio lo atañen íntimamente. Ocultamiento continuo de la falta en el Otro, para aspirar a una garantía inexistente por estructura. Así, la clínica actual se ve enfrentada a dificultades derivadas de los avatares de la época. El sujeto se dirige a Otro que promete una garantía. Un Amo que religiosamente se revela hoy mediático y que por tanto obtura el deseo y con ello la apuesta por atravesar una experiencia subjetiva.

Referencias

Lacan, J. (1970-73). Radiofonía y Televisión. Editorial Anagrama, Barcelona. 1974.

Lacan, J. (1953-54). Los Escritos Técnicos de Freud. El Seminario, libro 1. Editorial Paidos, Buenos Aires. 1981.

Lacan, J. (1965). Problemas Cruciales para el Psicoanálisis. El Seminario, libro 12. Inédito.





[1] El agregado entre corchetes es nuestro.
[2] No referimos página de la cita pues, el seminario “Problemas Cruciales” se encuentra aún inédito. 

viernes, 14 de febrero de 2014

El Fantasma




¿Cuál es la estructura topológica del Fantasma?[1]



Toda realidad es sospechosa, pero no de ser imaginaria, según me lo imputan, ya que es bastante patente que lo imaginario tal como surge de la etología animal es una articulación de lo real. Lo que debemos sospechar de toda realidad es que sea fantasmática.
(Lacan,1972,171).                                                                             


El fantasma es un matema que da cuenta de los efectos decisivos de la captura del sujeto por el lenguaje, su función es una barrera ante la angustia, es una pantalla ante la cual algo se dibuja, se inscribe, se relata, pero a su vez es irrepresentable, escapa a la lógica del significante. La angustia aparece cuando hay un desfallecimiento del velo fantasmatico.

Vela la escena y a su vez la sostiene. Su estructura es el Cross-cap,  envolvente y topológica, tanto el sujeto como el objeto son localizaciones del sujeto. Esa topología, la del Cross-cap, es la manera en la que el fantasma sostiene el deseo, cumple esa función. El campo escópico constituye ese pasaje del campo proyectivo real al Cross-cap, el sujeto es el corte, és en ese punto, donde surge, en tanto operación que hace caer la banda de moebuis como operación de corte que a la vez posibilita a la estructura del fantasma fundamental. No es que hay sujeto antes del corte, el “Es” una consecuencia del corte que algo advenga como habiendo sido, un sujeto a la espera, sin pensar en ello. Es una lógica que hace a una nueva estética de la percepción,  el sujeto y el objeto reunidos en ese losange que invoca a la estructura del fantasma entre lo simbólico y lo real del objeto, el Cross cap es una representación del plano proyectivo real que da cuenta de la estructura del fantasma.



El sujeto comienza con el corte, si tomamos de estas superficies la mas ejemplar, por ser la más simple de manejar, el Cross-cap, plano proyectivo, pero no importa cual, lo recuerdo para quienes estas imágenes tienen alguna presencia….
Es decir que toda entera la superficie deviene un disco aplastable, con un derecho y un anverso, del cual no se puede pasar del uno al otro sino franqueando un borde. Este borde es lo que vuelve a este franqueamiento impasable, el globo por ese primer corte deviene un objeto a. y este objeto a guarda una relación fundamental con el otro.     (Lacan, El seminario, libro 14, Clase I 16/11/1966)



¿Qué es el Cross Cap.? Es una figura lógica que da cuenta de la realidad Psíquica en Freud y la estructura del fantasma en Lacan. Una superficie no orientable, una amalgama entre lo simbólico y lo  imaginario que hace posible que lo real advenga, algo del objeto se separa del cuerpo. En cualquier acto de palabra se pueden pensar los matemas que propone Lacan hay algo que se hace en ese interior-excluido  por fuera,  en el mismo instante,  un efecto de estructura en tanto potencia y voz.

Cuando Lacan examina la mirada es de algún modo porque no se puede examinar el fantasma en vivo y en directo, de ahí que el cuadro le permite hacer una analogía con el fantasma, porque a este podemos verlo, con el cuadro se puede pensar cuál es la arquitectura del campo escopico, mientras que del fantasma no tenemos muchas referencias, inclusive en la clínica.
En la primera época, Lacan, en el esquema Lambda, indica que lo Imaginario tapona a lo Simbólico, en cambio en el RO aparecen reunidos en una lógica en la cual la línea que los distingue no es obstáculo sino corte que sostiene toda la estructura real del fantasma, hay algo en la pintura que metaforiza ese corte topológico, ese real que sostiene al deseo, la realidad del fantasma no es un espacio Euclidiano, sino un espacio Topológico, de corte. A manera de Ej. Si un sujeto se sitúa en el medio del campo los límites del horizonte operan con un efecto sobre el sujeto que da cuenta precisamente de eso envolvente y topológico, una localización donde el sujeto y el objeto se ubican en un punto donde la realidad se representa.

El velo, la cortina se puede pasar a ver, se puede “atravesar”,  ese dar a ver sostiene la escena. Dar a ver en tanto mirada.
Ahora bien, el matema del fantasma  tiene varias lecturas, vinculadas ellas con la formulación Lacaniana: $ <> a.     

Freud en Pegan a un niño se interroga por la naturaleza de las perversiones sexuales, es decir génesis, una nueva pregunta por la causa, cuyos antecedentes directos son: la conceptualización que hace en tres ensayos de una teoría sexual. Esa sexualidad infantil que se anticipa como aberrante, estructurante y perversa polimorfa, se inscribe y da cuenta como antecedente de que lo real en Lacan no es:

…uno de esos significantes adecuados para servir de estación terminal, útiles para argumentaciones azarosas , por el contrario, a partir de su condición germinativa, lo real no cierra un problema, sino que presenta un cristal iniciador, con lo real comienza la aventura del Parletre, de la iniciación al fantasma, de la cosa al pensamiento. (Pommier, 2005).  



Como señala Miller (2009) el  Cross Cap. le permite a Lacan demostrar una cierta vinculación posible entre dos elementos de estructuras diferentes, la fórmula del fantasma supone el lugar del sujeto y el objeto.     En tal sentido, la relación entre el sujeto y el objeto, en tanto estructura del fantasma, constituye a la vez el marco del espacio topológico y la escansión del sujeto, cuestiones fundamentales a tener en cuenta en la clínica pues sólo a partir de allí es posible situar, por un lado, la posición de goce y, por otro, la manera en que dicho sujeto se articula en tanto deseante. Es así que lo inconsciente, no todo reprimido, puesto de manifiesto en la estructura lógica de alienación/separación entre el sujeto y el objeto, indica que la realidad misma, como señala Lacan (1972), es siempre fantasmatica.


                                                                                                                                            
Referencias Bibliográficas.

Freud, S 1900 La interpretación de los Sueños Obras Completas Amorrortu Editores 
Freud, S 1924 Pegan a un niño 
Freud, S 1918 El problema económico del masoquismo
Freud, S 1905 Tres ensayos de una teoría Sexual.
Freud, S Construcciones en Psicoanálisis
Lacan, J. (1966). La lógica del fantasma. En: El seminario, libro 14. Inédito.
Lacan, J. (1972). …o peor. El seminario, libro 19. Editorial Paidos, Buenos Aires, 2012.
Miller, J-A. (2009). Conferencias porteñas, Tomo 1. Editorial Paidos, Buenos Aires.
Pomier, G. (2005). Qué es lo real. Editorial Nueva Visión, Buenos Aires.





[1] Para la elaboración de este trabajo se ha tomado como base y punto de partida, además de las referencias bibliográficas listadas al final, las elaboraciones proporcionadas en el marco de investigacion independiente del Prof. Eduardo Mendez. 
Topologia: Teoria y estudio de los lugares.